Nevera y congelador

• Lo primero, haz una limpieza a fondo de toda la nevera incluyendo los estantes y cajones.

• Evita acumular mucha comida una junto a otra. Debemos permitir que el aire refrigerado circule bien y que no quede afectada la distribución de la temperatura. 
  

• Descongela cada cuatrimestre si tu nevera acumula hielo para limpiar bien la zona del congelador. Evitarás olores.

• Minimiza las veces que abres el frigorífico. Ahorrarás energía. 

• Sitúa en la parte frontal los productos que llevan más tiempo y en la parte posterior lo recién comprado.

Los alimentos que requieren refrigeración se deben agrupar en estos grupos:

• También puedes etiquetarlos con la fecha en que fueron cocinados y así asegurarte que los  consumes antes de tres días.

• Si son de cristal, además podrás calentarlos en el microondas directamente ya que no conviene nada calentar los tuppers de plástico.

Además de los contenedores para organizar por tipo de alimento, existen otros artículos muy prácticos para organizar la nevera y aprovechar espacio:

• Soportes para botellas: algunas neveras los llevan de origen. En caso contrario, puedes comprarlos independientemente y te permiten apilar las botellas en vertical, como el de la foto. Puedes disponer tantos como necesites unos junto a otros. 

• Dispensador de latas: con este artículo ya no tienes que hacer malabares para alcanzar las latas desde la parte posterior de los estantes más altos.

• Base de conservación para los cajones o estantes bajos. Es una alfombrilla acolchada y porosa que previene contra pequeños golpes y la humedad y permite que las frutas y verduras se mantengan en buenas condiciones durante más tiempo. 

• Los productos frescos (carne, pescado, embutidos, queso, verduras cortadas…) se pueden congelar muy fácilmente empleando bolsas de congelación que ocupan muy poco espacio y permiten una perfecta identificación con rotulador indeleble. Existen bolsas de congelación de varios tamaños, que te permiten congelar desde un pollo entero hasta un puñado de tomates cherry. Muchas llevan unas bandas sobre las que puedes escribir el contenido y la fecha de congelación con un bolígrafo normal. También puedes utilizar papel transparente tipo film. 

• Procura hacer paquetes con las raciones que te sean más prácticas y que eviten tener que descongelar más cantidad de la que necesitarás. Muchas veces podrás solicitar esta división de raciones cuando compres los alimentos: pide que te hagan paquetes de jamón dulce de 100 gr, o que te empaqueten las hamburguesas de dos en dos, o los trozos de lomo de cuatro en cuatro.

• Otra práctica interesante, si quieres alternar dulce y salado en tus desayunos, es hacer un buen bizcocho de yogur y congelarlo a raciones. Podrás comer bizcocho tiernecito incluso dos semanas después de hacerlo. 

• Si te decides a cocinar el fin de semana, hazlo siempre a lo grande, de modo que la comida que sobre, una vez se haya enfriado, la podrás congelar en raciones y te servirá para cubrir tus necesidades entre semana cuando tienes menos tiempo para dedicarle al mundo culinario. Puedes congelar pasta, arroz, legumbre, carne, pescado, verdura…

• Los congeladores deben tener además un buen “fondo de armario” al que puedas recurrir en caso de urgencia, y puede estar formado de productos congelados por ti o bien congelados en origen tipo croquetas, buñuelos de bacalao, verduras congeladas, bases de pizza, crepes, nuggets, embutidos, queso, etc. Recuerda que los productos como los buñuelos, nuggets, patatas fritas congeladas, barritas de pescado, etc. pueden cocinarse en el horno para hacerlos un poco más sanos y con todo el sabor.

Decídete a congelar todo lo que se te ocurra, seguramente te sorprenderá el resultado, te facilitará la vida y mejorará tu alimentación del día a día.